Para entonces
Manuel Gutiérrez Nájera (1848-1918)
Quiero morir cuando decline el día,
en alta mar y con la cara al cielo,
donde parezca sueño la agonía
y el alma un ave que remonta el vuelo.
No escuchar en los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.
Morir cuando la luz retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira:
algo muy luminoso que se pierde.
Morir, y joven; antes de que destruya
el tiempo aleve la gentil corona,
cuando la vida dice aún: "Soy tuya",
aunque, sepamos bien, que nos traiciona.
El enamorado y la Muerte (Romance)
Un sueño soñaba anoche
soñito del alma mía,
soñaba con mis amores
que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora muy blanca
muy más que la nieve fría.
«¿Por dónde has entrado amor?
¿Cómo has entrado mi vida?
»Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.»
«No soy el amor amante:
soy la Muerte, Dios me envía»
«¡Ay!, muerte tan rigurosa
déjame vivir un día»
«un día no puede ser,
una hora tienes de vida.»
Muy de prisa se calzaba,
muy de prisa se vestía;
ya se va para la calle
en donde su amor vivía.
«Ábreme las puertas, Blanca,
ábreme las puertas, niña.»
«¿Cómo te podré yo abrir,
si la ocasión no es venida?
»Mi padre se fue a palacio,
mi madre no está dormida.»
«Si no me abres esta noche
nunca me abrirás, querida.
»La muerte me está rondando:
Junto a ti, vida sería.»
«Véte bajo mi ventana
donde labraba y cosía.
»Te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el hilo no alcanzare,
mis trenzas añadiría.»
Se rompió el cordón de seda;
la muerte que ahí venía:
«Vamos el enamorado,